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El grave impacto de la pandemia en la educación a distancia

Por: Damaris Castellanos


La pandemia del COVID-19 en Guatemala, como en varios países, ha traído consigo muchos problemas sociales y la educación es uno de ellos. El presidente de la República, Alejandro Giammattei, declaró el 14 de marzo del 2020 el cierre de los establecimientos educativos tanto públicos como privados. El 31 de marzo del mismo año, el Ministerio de Educación inició un programa televisivo que se transmitía por canal 13 de la televisión guatemalteca, para que se pudiera dar continuidad a clases de preprimaria, primaria, básicos y algunas clases de bachilleres, pero lamentablemente en el país no todos los estudiantes tienen acceso a telecomunicaciones y tecnología.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), para mayo del 2020, más de 1.200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza, en todo el mundo, habían dejado de tener clases presenciales en la escuela. De ellos, más de 160 millones eran estudiantes de América Latina y el Caribe.

Antes del COVID19, las cifras de acceso a la educación en el país ya iban a la baja. Según datos de UNESCO, en primaria cayó de un 96% de niños que asistían a la escuela en 2009 a un 78% en 2019. Y «cada punto implica miles de niños», advierte Lucía Verdugo, oficial de educación de UNESCO en Guatemala.



Un cambio total inesperado…


Debido a esto, los docentes en su mayoría están impartiendo sus clases mediante las diferentes plataformas digitales, pero muchos otros están perdiendo su rol como maestros y olvidan que los chicos no pueden aprender con la misma facilidad como si estuvieran en un salón de clase.

“Fue difícil porque nadie sabia utilizar esas herramientas tecnológicas, ni los alumnos ni los padres de familia entonces tuvimos que empezar con que el padre de familia entendiera, comprendiera y pudiera utilizar las herramientas” Así opina Lourdes Elena Castellanos, directora técnica del Colegio Liceo Santa Fe ubicado en la Antigua Guatemala, Sacatepéquez.

La crisis ha golpeado tan fuerte, sobre todo en el sector público. En el sector privado, el impacto ha sido menor gracias al conocimiento tecnológico de coordinadores y autoridades en el uso de plataformas virtuales y tecnologías educativas. El e-Learning es una modalidad que ya conocían bastante, y tanto alumnos como profesores la contemplaban entre sus dominios. Pasado más de la mitad del año 2020, los seminarios estudiantiles del bachillerato están desarrollándose mediante Zoom, Meeting u otros espacios virtuales, donde con ayuda de un experto se discuten los temas asignados. Las grabaciones de estos trabajos son presentadas a los maestros, quienes evalúan y califican con evidencias demostrables.

Y es fácil determinar los problemas que conllevan a esta crisis. La principal, la desinformación y el insuficiente dominio de las habilidades informáticas con las diferentes plataformas en los estudiantes.

La disponibilidad de las computadoras en las casas de las familias guatemaltecas es escasa. Según el censo de la población realizado en 2018 en Guatemala, el 68% no tiene acceso a internet y el 78% no cuentan con una computadora. Solo el 16% de los estudiantes del sector público tiene acceso a internet, lo que limita su acceso a la formación en línea durante la crisis.


La educación en línea tanto a docentes como a estudiantes de cualquier nivel, ha sido complicada. Se tiene que luchar con problemas de conexión, y se requiere de una buena tecnología, por lo menos un celular, una computadora con wifi, pues los datos comunes de un celular no bastan.

Otro problema común es que, las clases virtuales tienen un tiempo muy corto de duración, todo es explicado muy rápido y muchas otras tareas son enviadas sin dar mayor explicación, haciendo el proceso de aprendizaje, pero de lo que ya estaba.

La situación actual exige repensar la educación con flexibilidad para colocar como prioridades el aprender para solucionar problemas, pensar críticamente, tomar decisiones que convienen individual y colectivamente y ya no con la finalidad de evaluar para asignar una nota a la repetición de contenidos previstos.

Hoy se rompen los paradigmas rígidos de la educación y se buscan nuevas formas de provocar oportunidades de aprendizaje y valorar lo que se obtiene a través de la experiencia y la adaptación a una situación crítica, así como por medio de la lúdica, el arte y la lectura.




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