Por: Isabel Pacheco
La mujer indígena dentro de la política se visualiza como un retraso, el claro ejemplo es Telma Cabrera, la presidenciable del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, una persona políticamente activa, pero que tiene muchas cosas en su contra como el ser mujer y ser indígena, que hace que la sociedad la vea como una persona incapacitada para ocupar cargos públicos porque a la mujer se le visualiza todavía como en entornos familiares, del hogar, haciendo oficio, trabajando los quehaceres y no se le visualiza en la política.
Cuando hay una mujer en la política se le genera rechazo y aún más si es indígena porque la estigmatizan como ignorante, incapacitada y así como un sector le va a rechazar, también habrá un sector que sienta alivio y esperanza por su participación en la política y así se van a encontrar pocas mujeres que se laborando en los tres poderes del Estado, que son de descendencia maya y que son mujeres.
Ser mujer y ser indígena no es el problema puesto que el problema es el sistema patriarcal, machista y excluyente a las etnias maya, xinca y garífuna, por ello el ser mujer y ser indígena no es un problema, pero el sistema lo hace ver como uno ya que excluyen a las mujeres indígenas doblemente impidiendoles desenvolverse en los espacios necesarios para ejercer actividades políticas.
En los últimos años la participación de la mujer en la política y en cargos públicos ha crecido y principalmente de la mujer indígena, aunque la cantidad no es muy grande, dentro del Congreso de la República hay tres mujeres que participan dentro de la política.
El que una mujer llegue a ocupar un cargo público de mucha importancia en el país siendo mujer e indígena es complicado tanto por la estigmatización de que la mujer debe atender a su hogar, como la estigmatización de que el indígena es ignorante, por ello una mujer indígena en los cargos públicos rompen con todos los estereotipos que le impone el sistema.
En el Congreso de la República se tiene a tres mujeres indígenas: Sonia Marina Gutierrez, representante de WINAQ, Vicenta Jerónimo Jiménez representante del MLP y Petrona Mejía Chutá representante de la UNE, laborando como diputadas, siendo esta una participación muy pequeña, tres de 160 diputados.
“Es importante resaltar que se están abriendo espacios para las próximas elecciones, esperando que puedan ingresar más diputadas de etnia maya” informó Antonio Hernández, analista político, miembro del Movimiento para la Liberación de los Pueblos.
Actualmente el gabinete de Gobierno no posee ninguna mujer indígena dentro de sus filas, hubo una al iniciar, la ministra de cultura y deporte, pero ya no ejerce su puesto.
En la Corte Suprema de Justicia no hay ninguna mujer de etnia maya.
La motivación principal de una mujer para participar en la política, es generar cambios en ese sistema patriarcal que se maneja, es la principal motivación cambiar los sistemas de la sociedad y que la participación no sea tan complicada para otras generaciones porque muy posiblemente las personas que luchan para que la participación de la mujer y de la mujer indígena, posiblemente no gocen los beneficios de su lucha y de su participación política, pero las futuras generaciones sí y otra motivación es que las futuras generaciones puedan gozar de una participación más incluyente.
Es una tarea difícil, pero hay espacios ocupados por esas mujeres, resaltando que son muy pocos, son el claro ejemplo de la dificultad que tienen las mujeres indígenas para ocupar esos cargos porque además se les sexualiza “si es bonita, puede ser diputada”, “si tiene cierto cuerpo, puede conformar un cargo público”, “con ciertos rasgos específicos, puede ser una figura pública”, pero si no cumple con esas características, se deja de lado la capacidad de la mujer, para poner en primer plano su figura y apariencia, ya no tienen méritos por su capacidad intelectual, sino simplemente se le ve como un objeto sexual, dificultando más el trabajo.
Definitivamente se le discrimina en los entornos políticos, por los estigmas racistas que se manejan en un país como Guatemala.
Las mujeres indígenas no desean participar en estos espacios porque sí se necesita tiempo, esfuerzo y educación que rompen con los estereotipos con los que las mujeres deben luchar, recordemos que la sociedad indígena se encuentran en pobreza extrema con altos índices de desnutrición, por lo que al final su papel queda por luchar por su entorno, trabajar en el campo, preocuparse por otros elementos y no luchar por la política ni por los cargos públicos, colocando a la mujer indígena en un espacio donde se le hace muy difícil luchar, esto hace que la mujer prefiere luchar por su hogar y familia para evitar dedicarse a entornos que van a ser mil veces más complicados por esos prejuicios, afirmó Hernández.
Es un sistema que está creado a totalidad para excluir a la mujer indígena porque los entornos no están abiertos.
El sistema excluye tanto que hace que a las personas hasta se les quiten las ganas de participar.
Se puede contribuir al apoyar los movimientos étnicos, a los movimientos feministas, al votar por ellas, al apoyarlas, al mostrar que sí son capaces y al educar a las personas que la capacidad de una persona no se mide por el género ni por la etnia. Transmitir estas ideas es vital, educando y rechazando cualquier signo de discriminación hacia una mujer indígena.
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