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Instrumentos guatemaltecos, el tun y la chirimía



Foto: Henry Cuc


Escrito por: Turqueza Castellanos


La verdadera conexión cultural.


El tema en esta ocasión está dedicado a los instrumentos que han adoptado las culturas guatemaltecas… y las han hecho propias en cada una de sus actividades, como lo son el tun y la chirimía.


La chirimía es un instrumento de viento-madera parecido al oboe y de doble lengüeta, antiguamente se trabajaba de forma grosera y era labrada con nueve agujeros laterales, de los cuales únicamente seis están destinados a taparse con los dedos.


La Chirimía fue traída a América por los españoles durante la conquista pero su origen aún se desconoce pero se supone sea árabe.


La chirimía produce sonidos llenos de mucha tristeza. Algunos lo describen como un “llanto”.

Imagen: 360°


El Tun y la Chirimía amarran dos épocas distanciadas en el tiempo y espacio…. La cultura Maya y los actuales indígenas que aún conservan ese legado cultural, consecuencia de una transformación social e ideológica… El nombre proviene del francés Chalemie, que a su vez también se desprende del latín calamus, que significa caña, entonces la traducción sería “flauta de caña”.


Fue de uso común en Europa desde el siglo XII y llevado a las colonias hispanoamericanas a finales del siglo XV y principios del siglo dieciséis. Es por ello que la chirimía es utilizada en Guatemala, Perú y México adoptando las modificaciones culturales de cada región.


Se utiliza en festejos populares, profanos y religiosos.

Imagen: Libro de historia barroca


En México, entre los nahuas de la región de occidente se adoptó una de las versiones antiguas de chirimía, cuya característica particular es la utilización de cuatro lengüetillas elaboradas de palma real amarradas al tubillo manera de tapón. El conjunto de chirimía en Jalisco y en Oaxaca está integrado por dos músicos: uno que toca la chirimía llamada aerófono de doble lengüeta y otro que percute un tambor denominado membranófono de doble parche. En Tlaxcala y el Estado de México, al conjunto que toca chirimía se le conoce como banda azteca, y lleva huéhuetl y tambor redoblante. En México también se le llama chirimía a cierta música de flauta y tamboril.


En Guatemala, diversas celebraciones mayas y mestizas utilizan la chirimía y el tun o sea el tambor como acompañamiento, es más en ninguna de las regiones se utilizan por separado. En Perú la chirimía también es conocida como chirisuya; y en Bolivia, como chirituya.


El tun es el instrumento más importante de los indígenas, atendiendo a su importancia en los rituales y la guerra. La ejecución de estos instrumentos va mucho más allá de la simple atracción turística… se dice que… “Si el tambor es el corazón, la chirimía es el espíritu.”



Así describe un dicho ancestral dos de los instrumentos musicales que en Guatemala asociamos con toda una diversidad de ocasiones rituales. De los dos instrumentos, es la chirimía la que nos remite a un mundo más complejo y de múltiple ascendencia. Puede ser el instrumento de un músico que encabeza una procesión de Semana Santa, aunque no forma parte de la banda que acompaña al cortejo. O puede ser el que se toca, siempre en pareja con un tambor o un tun, apostados sus intérpretes a la entrada de una iglesia, antes de que se celebre una misa o una bendición. Puede ser el que acompaña las visitas a un cementerio y otras solemnidades en buena cantidad de poblados del altiplano guatemalteco. Su presencia en muchas ceremonias de estas tierras está documentada desde los inicios de la era colonial.


Sin embargo, las variantes de chirimía que se usan en el país no son guatemaltecas por su procedencia, sino por adopción y por el modo de construirlas y ejecutarlas. Su origen se remonta posiblemente a la época de las Cruzadas, cuando los sarracenos avanzaban sobre los europeos, con tambores, trompetas y chirimías, que empleaban como arma psicológica de guerra. De ese encuentro, la chirimía pasó a convertirse en instrumento de llamada, esencial en las bandas militares y en los grupos de baile, y permaneció hasta fines del siglo diecisiete, cuando, de manera paulatina, la sustituyó el oboe, heredero sofisticado y de mayor rango expresivo, cuyo sitio en la sala de concierto se aseguró a partir del Barroco.


A cambio, en Guatemala, como en México, Colombia, Cataluña, África del Norte o la India, por mencionar algunas regiones, la chirimía sigue ligada a la música de exteriores. Su sonido fuerte y penetrante depende de la forma como se sopla.



Matthias Stöckli Alfonso Arrivillaga Osmundo Villatoro

Fuentes bibliográficas


Son pocos los investigadores que se han dedicado a estudiar la situación actual de la chirimía guatemalteca, tal el caso de Matthias Stöckli y Alfonso Arrivillaga, o las posibilidades de su incorporación en experiencias contemporáneas, como Osmundo Villatoro e Igor de Gandarias. Tampoco son numerosos los eventos en que se pueda reunir a sus ejecutantes con una intención que rebase lo meramente turístico y en que se ponga de manifiesto la naturaleza de esta música, pues no son muchas las personas que saben que un “chirimitero” y un “tamborero” no se sientan a tocar un domingo en el parque solo para entretener a los transeúntes. Sus melodías y sus figuras rítmicas, curiosas, aparentemente desarticuladas y alejadas de los esquemas de la música académica, a menudo responden a una función como comentaristas de su entorno… aunque éste no los comprenda.


En el presente, la chirimía se puede escuchar sobre todo en los departamentos del centro y del occidente de Guatemala, limitada a festividades patronales y danzas de drama, como el Baile de La Conquista. Pero, según las crónicas de principios de la Colonia, el uso regular de la chirimía y otros instrumentos en las fiestas y en los servicios religiosos ya había alcanzado tal popularidad entre los indígenas, que a pocas décadas de la llegada de los españoles, varios concilios y el propio rey de España, emitieron regulaciones en las que se prescribía la necesidad de recortar la cantidad de indígenas que solo se dedicaban a la música.


Es ésta una gran contradicción, cuando pensamos en la escasez de músicos interesados hoy en aprender a tocar la chirimía y los demás instrumentos que, de un pasado remoto en tierras lejanas, llegaron a transformarse en una expresión íntima y muy particular de nuestro guatemaltequismo.


Mientras tanto estos instrumentos siguen avanzando en el tiempo, llenándonos del espíritu musical que se transmite en sus melodías, transportándonos tanto a tiempos ancestrales como a descubrir el yo interno de nosotros mismos, haciendo la conexión perfecta entre el alma humana y con el alma de la madre tierra.


Este fue un recorrido literario musical por el tiempo.





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